La sexualidad es una palabra que se dice fácilmente, como muchas otras, pero la realidad es que en ocasiones se vuelve demasiado difícil para explicar, entender y, sobre todo, para transmitir su verdadero significado; en especial a los niños-jóvenes cuando entran a la etapa de la pubertad, etapa que para muchísimos padres se vuelve un martirio. Hoy por hoy, la mente de la gente ha ido evolucionando, pero esto no es del todo suficiente, ya que aún existen personas que, desgraciadamente, al escuchar la palabra sexualidad (conjunto de fenómenos acompañados o no de reproducción) les pareciera que es una grosería o una grave falta de respeto. Lo menciono así, porque es demasiado difícil, mas no imposible, el comprender que esta gente (hablemos de la época de nuestros abuelos y/o padres) cambie o, mejor aún, abra un poco más su mente y su criterio para poder hablar con más libertad y confianza sobre el tema. Este punto es esencial para el crecimiento de nosotros, los jóvenes, de los padres de familia y de la sociedad. En lo personal me ha tocado platicar con gente mucho mayor que yo, y, a decir verdad, al principio me costó demasiado el hecho de entenderme con ellos. Afortunadamente, existen personas que poco a poco me han dado la oportunidad de platicar con más soltura sobre mis inquietudes y experiencias.
Es importante el contar con una guía explícita que nos ayude a evitar un conjunto de situaciones y problemas que con el paso del tiempo se presentan en nuestras vidas, por ejemplo, el uso debido del condón, ya que los jóvenes de hoy comienzan a muy temprana edad su vida sexual (digamos alrededor de los 12 años de edad). Es dudoso que un par de chicos de esta edad tengan el nivel de responsabilidad, madurez y conciencia para educar a un recién nacido y sobrellevar todo lo que ello implica, cuando quizás deberían de estar platicando sobre el nuevo vídeo juego que ha salido a la venta o de entrar a practicar algún deporte.
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